miércoles, 5 de noviembre de 2014

PROBLEMAS EN EL PARAISO

Para aquellos que no lo sepan, el labio leporino es un defecto congénito que implica que el tejido que forma el paladar y el labio superior no se unen correctamente durante los primeros meses de embarazo, causando una abertura en el labio superior. Además, algunos niños con labio leporino pueden tener problemas en el paladar, es decir, el paladar también puede presentar una fisura que comunica la boca con la cavidad nasal. Aunque pueda parecer que es una enfermedad rara, la verdad es que el labio leporino constituye aproximadamente el 15% de las malformaciones congénitas en bebés.

¿Qué cómo sé todo esto? Pues porque yo, Ariadna, tengo labio leporino y fisura palatina.

Pero empecemos por el principio…

Como siempre, Mami, Papi y yo estábamos todo el día yendo de consulta en consulta y realizando todo tipo de pruebas. Lo normal en cualquier embarazo: una analítica por aquí, una ecografía por allí, vente a revisar los niveles de azúcar tal día…

En esas estábamos cuando en la ecografía que me hicieron en la semana 20, la doctora visualizó algo que no terminó de gustarla: tenía exceso de líquido amniótico y cordón umbilical uniarterial. Esto implicaba que en lugar de tener un cordón umbilical con dos arterias y una vena, el mío solo tenía una arteria y una vena. En principio, no se trata de un problema grave, pero podría afectar a mi peso y desarrollo durante el embarazo. 

A partir de ese momento, para tenerme más controlada y garantizar que crecía dentro de Mami al ritmo adecuado sin que ese problemilla me afectara, la doctora decidió intensificar los controles y citar a Papá y Mamá para dentro de unas semanas de nuevo en la clínica.

Llegada la semana 24, volvimos a acudir a nuestra cita con la doctora. La verdad es que siempre que íbamos a alguna consulta, mis papis estaban un poco nerviosos e intranquilos, imagino que deseando que todo fuera bien. No sabéis lo que me hubiera gustado decirles que no se preocupasen por mí, que yo estaba perfectamente nadando dentro de la barriga de Mami.

Una vez dentro de la consulta, la doctora cogió el ecógrafo, untó la tripa de Mamá con un gel que estaba muy fresquito y empezó a espiarme.

-¡Qué nervios! – No sabía cómo colocarme para salir guapa en la pantalla – ¡De frente! ¡No, no! ¡Mejor de lado, que es mi lado bueno!

Estaba tan nerviosa porque Papi y Mami me vieran que no paraba de moverme. Me llevaba la mano a la boca, estiraba la pierna, me tapaba un ojo, ¡de todo! Que sensación más rara esa de saber que eres el centro de atención y no poder hacer nada al respecto.

En medio de este momento, de repente la doctora se dirigió a mis papis:

- No pasa nada chicos. No hay que preocuparse, pero veo algo que no termina de gustarme en la ecografía.

- ¡Mierda! Y yo que pensaba que el lado derecho era mi lado más fotogénico. Me giré de nuevo y me lleve la manita a la boca instintivamente.

- Me parece que Ariadna tiene labio leporino – Continuó diciendo la doctora - ¿Veis ahí? ¿Esa pequeña hendidura en el labio?
!Otra vez espiándome!

En ese momento, Papi y Mami se miraron fijamente, temiéndose lo peor. Yo quería gritarles, muy alto, que no pasaba nada y que todo estaba perfectamente, pero era imposible.

- Solo por seguridad y para tener controlado el feto, vamos a seguir realizando pruebas. Vente mañana bien temprano, que vamos a realizarte una amniocentesis y un estudio cromosómico, para descartar que el labio leporino y el cordón umbilical uniarterial estén relacionados con otro tipo de problemas y malformaciones más graves.

Y con esa noticia y cara de susto, abandonamos la consulta de la doctora. Mamá estaba muy nerviosa, y no tardaron en aparecer las primeras lágrimas en sus ojos. Papa nos dio un fuerte abrazo y entonces ambos lloraron desconsoladamente. Parecía el fin del mundo, el fin del sueño que tanto les había costado alcanzar.