martes, 23 de junio de 2015

SUPERHÉROES EN EL ARTE DE VIVIR (Parte 2)

La espera está siendo interminable. Por más que miramos el reloj, el minutero no avanza y parece que nunca va a llegar el momento en el que los doctores salgan a decirnos que todo ha salido bien y que nuestra pequeña se encuentra perfectamente. Hasta ahora, los nervios y la impaciencia son nuestros mayores enemigos, y es que es imposible no pensar en cómo estará yendo todo dentro de quirófano.

No estamos solos. Nuestra familia está aquí, en la sala de espera, viviendo estos momentos tan intensamente como nosotros y apoyándonos en todo lo que necesitamos: una conversación que distienda el ambiente, una coca-cola que refresque nuestra boca cada vez más seca o una anécdota que nos ayude a evadirnos momentáneamente de este lugar. Pero nuestras cabezas, la de Fer y la mía, están dentro de ese quirófano. Es imposible evitarlo. Por nuestra mente pasan todos los momentos que hemos vivido junto a nuestra pequeña princesa, todas las dificultades por las que hemos pasado y también, como no, todas las alegrías que nos está dando.

Son las 14.30h, así que han pasado casi 6 horas desde que se la llevaron a quirófano y a medida que pasan los minutos, nuestros nervios van en aumento. Cada vez que vemos salir una camilla al fondo del pasillo nos levantamos pensando que puede ser la que lleve a nuestra hija. Pero no, de momento no es nuestro turno. Llevamos toda la mañana escuchando como llaman por megafonía a otros padres para que pasen a ver a sus hijos y, sin embargo, el nombre de Ariadna nunca es el siguiente.

Eso sí, esta espera nos está haciendo abrir los ojos y darnos cuenta de que, si bien los problemas de nuestra hija son importantes, en los hospitales hay un montón de criaturas enfermas que requieren de los cuidados de esos SUPERHÉROES EN EL ARTE DE VIVIR. Niños y niñas que, por caprichos del destino, al igual que Ariadna, tienen que combatir por salir adelante y luchar por su futuro. Padres y madres, que sin que nadie les haya enseñado, han tenido que aprender a ser también unos SUPERHÉROES para cuidar de sus retoños. Esta es la realidad, aunque muchas veces no nos demos cuenta o no sepamos que está ahí.

De repente, al fondo del pasillo, vemos como nuevamente la puerta metálica vuelve a abrirse y aparece Teresa, la cirujana encargada de realizar la operación a Ariadna. ¡Por fin se acaba la espera! El momento de saber cómo ha ido todo y como está nuestra hija ha llegado. Las ganas de volver a abrazarla recorren todo mi cuerpo y no puedo evitar acelerar el paso junto a Fer en dirección hacia la doctora.

Al llegar hasta ella, Teresa nos empieza a explicar cómo había ido la operación:

- Enhorabuena Papis, vuestra pequeña es toda una campeona. Ha salido todo como esperábamos y no ha surgido ninguna complicación durante la intervención. De hecho, ha ido todo tan bien que, cuando la hemos desconectado de la máquina, su corazón ha empezado a latir sólo y a buen ritmo.

Resoplamos aliviados. Fer y yo cruzamos la mirada y la mochila de tensión que llevábamos cargando durante toda la mañana parece un poco más ligera ahora que sabemos que todo ha ido bien.

- Como ya os dijimos, la hemos hecho una microcirugía realizando una incisión en la parte baja del tórax. De esta forma, la cicatriz que la quedará será prácticamente invisible cuando crezca. Eso sí, la comunicación interventricular era más profunda de lo que nos esperábamos, por lo que en vez de suturarla con un trocito de pericardio como estaba planificado, la hemos tenido que poner un tejido artificial llamado "parche Dacron". Para cerrar la incisión hemos utilizado un pegamento biológico, que ayudará al sellado de los tejidos externos y permitirá un mejor aislamiento de la herida frente a las infecciones.

- ¿Y cuándo podremos verla? – Mi boca lanza la pregunta casi sin pensarla.

- Ahora la están preparando para el traslado a la UCI, así que en breve podréis pasar a verla y darla un besito. Eso sí, no os asustéis por la cantidad de cables que veréis. De hecho, la hemos dejado puesto un marcapasos externo por si el corazón no sigue el ritmo correcto. Si todo va bien, se lo quitaremos en un par de días.

- Muchas gracias Teresa.- Agradece Fer a la doctora toda la información que nos acaba de dar acerca de nuestra hija.

Volvemos de nuevo a la sala de espera a comunicar las buenas noticias a la familia, que estaba impaciente por escuchar de nuestra boca las palabras de la cirujana. Las lágrimas aparecieron en sus ojos, sabedores de que Ariadna había superado el primer gran escollo de su corta vida y todos nos fundimos en un gran abrazo.

Pasan solo unos minutos cuando la megafonía anuncia:

- “PADRES DE ARIADNA, PUEDEN PASAR A LA UCI”.

Allá vamos. Ha llegado la hora. Volvemos a cruzar otra vez el pasillo que finaliza en la puerta blanca metálica que da acceso a las zonas restringidas del hospital. Con cada paso estamos más cerca de volver a ver a nuestra pequeña, de la que nunca hemos estado más de 1 hora separados y a la que hoy llevamos toda la mañana sin poder ver. Imaginaros los nervios que tenemos en el estómago.

Al cruzar la puerta, un enfermero nos da las instrucciones para poder pasar a la UCI. Es necesario lavarnos bien las manos antes de entrar, para evitar las infecciones y virus que pudieran afectar a la recuperación de nuestra hija.

Una vez asegurados de que teníamos las manos bien limpias, pasamos a la sala donde varias camillas se disponen de forma paralela. Al fondo veo a mi pequeña princesa y las ganas de correr hacia ella me invaden. Está totalmente dormida, todavía bajo los efectos de la sedación, con la boca intubada y llena de vías por el cuello y los brazos. Varios tubos se encargan de drenar la sangre de su tórax y millones de cables reposan sobre su pequeño cuerpo, ¡pero lo importante es que está bien! ¡Qué bien poder volver a verla después de tanto tiempo separada de ella!

Fer y yo nos acercamos y acariciamos suavemente su cabeza, intentando transmitirla toda la fuerza que sabemos que ahora necesita. Nos agarramos la mano y nos miramos el uno al otro, resoplamos y sabemos que todo ha pasado. Los nervios y el miedo se han disuelto al ver de nuevo a nuestra hija: el mayor regalo de este mundo. "Porque para mí, eres y serás la suerte de mi vida, y pase lo que pase, no habrá nadie como tú, Ariadna."

Pasan las horas y somos incapaces de separarnos de su camilla. Solo salimos de vez en cuando para dar el parte informativo a la familia, que aguarda en la sala de espera noticias como agua de mayo. Están deseando saber si la niña ya se ha despertado, si ha llorado o si algún médico nos ha dicho algo nuevo. Pero la realidad es que de momento no hay ninguna novedad.

El reloj marca las 23.00h. Es hora de tomar una decisión. Los médicos y enfermeros de la UCI nos aseguran que hoy no veremos a Ariadna despierta. Con el nivel de sedación que tiene, lo máximo que oiremos será una respiración un poco más fuerte, pero nada más. Así que nos dan a elegir: podemos quedarnos aquí toda la noche a los pies de su camilla sentados en un par de sillas, o podemos irnos a casa a descansar después de un largo día y volver bien temprano al día siguiente con las pilas cargadas y listos para ver despertar a nuestra pequeña. Nosotros tenemos la última palabra. Es duro decirse, sobre todo cuando tu corazón te pide quedarte toda la noche de pie junto a tu hija, pero tu cabeza sabe que lo mejor es irse a descansar unas cuantas horas después de un día tan intenso. Porque esa es la palabra que mejor define el día de hoy, INTENSO. LARGO e INTENSO.

Finalmente, Fer y yo abandonamos la UCI camino a casa. Los dos sabemos que es la decisión acertada. Además, los enfermeros nos han dejado un número de teléfono por si acaso queremos llamar a preguntar por Ariadna. Por si queremos saber si ha despertado. Por si no somos capaces de conciliar el sueño y necesitamos tener noticias de ella. Para cualquier cosa. La verdad es que se están portando fenomenal todos en el hospital con nosotros. Es imposible agradecerles todo lo que están haciendo por ella.

Se acaba el día y, aunque sé que esta va a ser una larga noche, la primera que Ariadna no está con nosotros desde que nació hace ya casi 4 meses, en mi cabeza no para de repetirse un pensamiento:

“HOY ARIADNA HA DADO EL PRIMER PASO PARA TENER UN CORAZÓN FUERTE Y UNA SONRISA PERFECTA”.

Te quiero mi vida.

Fdo: Mamá

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