miércoles, 4 de marzo de 2015

CORAZONES ROTOS

¡NOS VAMOS DE PASEO!

Hoy, después de cumplir con nuestra pequeña rutina del desayuno donde Papi me prepara un enorme biberón y Mami se encarga de que yo me coma lo que pueda, tenemos que salir a la calle para ir a mi primera revisión pediátrica.

Por lo que Mami le ha contado a Papi, la pediatra va a generar mi historial clínico donde, de ahora en adelante, anotarán todos y cada uno de los avances que se vayan produciendo en mi estado físico. Así, aparte de revisar mi evidente defecto labial y palatino en cada visita, cada vez que vayamos comprobarán otros factores igual de importantes en mi desarrollo: la talla, el peso, el estado de las fontanelas, el crecimiento de los huesos, etc. En ese historial clínico, también anotarán todos y cada uno de los resfriados y catarros que coja, fiebres que tenga y demás enfermedades que requieran que acuda a ver de nuevo a la doctora, así como todos aquellos medicamentos que me receten para curar esos dolorcillos. Sé que todos tenemos nuestro historial clínico, y sólo espero que el mío... ¡no termine demasiado lleno!

Salimos a la calle y nos dirigimos hacia el centro médico que está al lado de casa. Mamá y Papá van hablando relajadamente sobre aquellas dudas que quieren consultarle a la doctora, mientras yo no paro de mirar desde mi carrito hacia todos los lados intentando descubrir el nuevo mundo que hay a mi alrededor:

- Diana, que no se nos olvide preguntarle a la pediatra sobre qué podemos hacer para que la niña tarde menos en comer. !Ah! Y también tenemos que acordarnos de preguntar qué podemos hacer para que no se quede dormida durante las tomas.- Papi repasaba la lista de inquietudes que tenía.

- No te preocupes Fer. Ahora cuando lleguemos le preguntamos todas las dudas que tenemos.

Una vez en el centro médico, y tras esperar 10 minutos en la sala de espera, pasamos a la consulta. Efectivamente, tal y como Mami nos había adelantado, lo primero que hizo la pediatra fue abrir mi historial clínico, anotando mi nombre y apellidos en el ordenador. Acto seguido, nos pidió el informe médico del hospital, para anotar un montón de detalles relacionados con mi nacimiento.

Después de ese trámite, pasamos a la revisión física. Mami me apoya sobre la camilla y ya, una vez tumbada, la pediatra comienza el estudio:

- Bueno Ariadna, parece que estas un poquito baja de peso, !eh! No pasa nada, seguro que poco a poco vas cogiendo el peso necesario.

Evidentemente, eso era algo que todos nos imaginábamos. Con lo que me cuesta comer y permanecer despierta en las tomas, no me extraña que esto sea lo primero que nos diga la doctora.

- Las fontanelas las tiene perfectamente. De ahora en adelante se la irán cerrando solas hasta que tenga unos 18 meses.- La doctora seguía palpando mi cabeza.- Eso sí chicos, tendremos que seguir revisándolas periódicamente para comprobar que ninguna se cierre antes de tiempo. Pero de momento están muy bien.

¡Genial, las fontanelas están perfectamente! ¿Qué es lo siguiente?

- Vamos a ver esas caderas Ariadna. - La doctora comienza a realizar unas maniobras agarrándome las piernas.- Arriba, abajo, izquierda, derecha... Vaya vaya, es posible que tenga las caderas laxas. No es nada preocupante, ya que lo más normal es que la cadera se acabe normalizando durante las próximas semanas. No obstante, lo iremos revisando cada 15 días para ver como evoluciona.

¡Vaya! Otra cosilla para el historial. Labio leporino, fisura palatina, peso bajo, caderas laxas... a este paso van a tener que hacer la letra más pequeña para que quepa todo...

- Y ahora vamos con esos pulmones, a ver qué tal suenan. - La doctora coge un aparato rarísimo llamado "estetoscopio" y apoya una parte sobre mi pecho.- Muy bien, los pulmones suenan perfectamente aunque...

¿Aunque qué? ¿Qué más tiene que sacarme la doctora? ¿Otro problemilla no será, verdad?

- Aunque aquí hay un sonido que no termina de gustarme. Parece que proviene del corazón. Podría tratarse de un soplo.- Papi y Mami se miraron preocupados sin saber que podría implicar eso.- Yo os recomendaría que os fueseis inmediatamente a urgencias del Gregorio Marañón para que la hiciesen alguna prueba y descarten que no se trata de algo más grave. Podría ser algo sin importancia, pero es conveniente descartar cualquier tipo de anomalía o lesión cardíaca.

¿Cómo? ¿Anomalía o lesión cardíaca? Me parece que aquí nadie se ha enterado que yo con el tema del labio leporino y fisura palatina ya iba bien servida para una temporadita. Solo faltaba que ahora también tuviésemos otro motivo más de preocupación.

Terminamos la revisión pediátrica, y parece que nuestra pequeña excursión mañanera va a durar un poco más de lo que habíamos pensado en un principio. Nos toca irnos directamente al hospital, para que me hagan pruebas adicionales y verifiquen si lo que la doctora ha escuchado dentro de mi pecho es normal o se trata de algo anómalo. Así que nada, a coger el  coche y directos a ver a más médicos.
Bajamos al garaje de casa y mientras Mami me ajusta en la sillita y se acomoda en el asiento trasero junto a mí, Papi se encarga de guardar todo en el maletero del coche.

- Perdón, ¿he dicho todo? ¡Quería decir "casi todo"!

Y es que entre las prisas que llevábamos y los nervios que nos entraron a los tres cuando la doctora mencionó las palabras "problema" y "corazón", Papi sólo metió en el maletero del coche parte de mi carrito desmontable, olvidando en un lateral del garaje el cuco, la bolsa de viaje donde iban todas mis cosas (pañales, cremas, biberones, mudas, informes médicos, etc.) y lo más importante, las cosas de Mamá: el móvil, la cartera  y las llaves de casa.

- ¿Y cuándo nos dimos cuenta de ese pequeño olvido sin importancia? Pues cuando por fin, después de 15 largos minutos dando vueltas alrededor del hospital, ¡encontramos un sitio para aparcar! Salimos del coche, y cuando Papi se dispone a montar mi sillita, ¡se da cuenta de sólo había guardado una parte de ella! ¡Y de que no había nada más en el maletero! ¡Pobrecillo, vaya metedura de pata!

Así que vuelta los tres al coche y regreso a casa a por todas nuestras pertenencias, rezando porque todavía siguieran donde Papi las había olvidado y que no faltara nada. Menos mal, que al llegar, todo estaba exactamente donde lo Papi lo había olvidado. ¡Por fin un golpe de suerte en una mañana que se estaba haciendo demasiado larga!

Pasados 30 minutos, volvemos a estar en el hospital, pero esta vez Papi y Mami han decidido dejar todas las cosas en casa, incluido el coche, y coger un taxi. Tras pasar por urgencias y contar el motivo por el cual estábamos allí, un montón de doctores se pusieron manos a la obra para averiguar de dónde provenía ese sonido que tanto revuelo estaba causando.

Me realizan infinidad de pruebas, y finalmente, después de unas cuantas horas, un cardiólogo con semblante serio acude a la salita de espera donde nos encontramos y nos dice con voz firme:

- ¿Los padres de Ariadna? ¿Podéis acompañarme a la consulta, por favor?

Papi se levanta inmediatamente, mientras Mami, que me acuna en su brazos le dice:

- Fer, si no te importa, ve tú. Yo estoy muy cansada. Me quedo aquí fuera con la niña y ahora cuando salgas, me dices que es lo que te ha contado el cardiólogo.

Papi sigue al doctor hasta la consulta, pero al cabo de un minuto, le vemos regresar del despacho con cara de preocupación. Al llegar junto a nosotras de nuevo, dice:

- Diana, dice el doctor que es importante que escuchemos los dos lo que nos tiene que decir. Pasa conmigo, por favor.

En ese momento, algo dentro de Mami se rompió. Todavía no sabíamos que iba a decirnos el cardiólogo acerca de las pruebas realizadas, pero no podían ser buenas noticias. Nos miramos fijamente, y entonces vi como sus ojos se estaban apagando. Se apagan por el cansancio acumulado. Por los nervios contenidos. Por el nuevo golpe que podía llegar. Por el miedo al futuro. Sé que ella es una valiente, pero en ese momento todas las preocupaciones podían más que su fortaleza.

Pasamos los tres juntos a la consulta, donde el cardiólogo por fin puso fin a toda la incertidumbre que había entorno a mi corazón:

- Chicos, ya sabemos de dónde procede el ruido que escuchó la pediatra. Las pruebas demuestran que Ariadna tiene una Comunicación Interventricular de unos 6 milímetros en el corazón. Para que vosotros lo entendáis, a medida que el feto va creciendo durante el embarazo, la pared que separa los dos ventrículos del corazón se va formando. Pero hay veces que esta pared no se forma por completo, dejando intercomunicaciones entre ambos ventrículos. Estas intercomunicaciones hacen que la sangre no este 100% oxigenada cuando regresa de nuevo al torrente sanguíneo del cuerpo, provocando que el bebé se agote y se fatigue mucho antes. Además, el corazón tiene que realizar un esfuerzo adicional, lo que puede ocasionar un crecimiento anómalo del mismo.
¡Bueno, por lo menos ya hemos averiguado el motivo por el cual me quedo dormida en cada toma! Y es que si juntas un labio leporino y una comunicación intercentrifugar (¡o como se diga!), la fatiga y el sobreesfuerzo está asegurado. Misterio resuelto.

- Por ese motivo,- Continuó el doctor.- a partir de ahora, vamos a tener que vigilar a Ariadna cada semana para ver cómo va avanzando este problema cardíaco. Hay casos en los que estas pequeñas aberturas terminan cerrándose solas, sin embargo, y dado el tamaño que tiene la intercomunicación de vuestra hija, es posible que haya realizar una intervención quirúrgica para cerrarla. Me temo que sólo con medicinas y el paso del tiempo no será suficiente. Pero ya iremos viendo.

Papi y Mami se miraban sin ser capaces de articular palabra. No podían creerse que su pequeña, que ya tenía previstas unas cuantas operaciones durante su primer año de vida, tuviese que añadir posiblemente una más para solucionar un nuevo problema. Y nada más y nada menos que en el corazón.

- A partir de ahora, chicos, tenéis que vigilar dos cosas muy importantes: que no tenga un sudoración excesiva y que no se ponga morada. Eso podría significar que los medicamentos que la voy a recetar no la están ayudando y quizás habría que operar de urgencia.

¡¿Operar de urgencia?! ¡Eso sí que son ánimos! Desde luego, la situación todavía podía ir a peor...

- Por ese motivo, sería importante que Ariadna llegara a los 4 o 5 kilos de peso lo antes posible, para estar preparados por si finalmente hay que entrar en quirófano.

¡Toma ya! ¡Y encima tengo que engordar de manera express! ¿Esto es una broma, verdad?

Después de escuchar todas las recomendaciones del doctor y recibir un montón de recetas médicas, abandonamos la consulta y salimos de nuevo a la sala de espera. Y de repente ahí estaban: las lágrimas. Esas lágrimas que Mami y Papi llevaban conteniendo toda la mañana, fruto de la tensión y los nervios acumulados. Quién nos iba a decir que aquella excursión mañanera que iba a romper con nuestra rutina, se acabaría convirtiendo en un nuevo disgusto relacionado con mi salud.

Tocaba volver a casa. Volvíamos con el carrito cargado de deberes y nuevas preocupaciones. Preocupaciones que, como en otras situaciones, tocaba poner en conocimiento de la familia. Esa familia que de nuevo tendría que acudir al rescate porque, a pesar de que es mi corazón el que no está sano, son los corazones de Papi y Mami los que hoy se han roto.