martes, 3 de marzo de 2015

VUELTA A CASA

¡PRIMERA SEMANA SUPERADA!

Han pasado casi 7 días desde que nací, y la palabra que mejor define esta semana es ADAPTACIÓN.

Y es que después de unos días en el hospital, donde sólo había que preocuparse porque yo comiera y durmiera lo suficiente, y que Mami se recuperase de la intervención quirúrgica, tocaba volver a casa, donde además de preocuparnos por lo anterior, habría que ocuparse de otras muchas cosas: preparar mis biberones, hacer la comida de mis Papis, limpiar la casa y ... ¡un montón de cosas más!

Pero como os decía, esta semana hemos aprendido a adaptarnos. Adaptarnos a la nueva rutina, que por el momento ha consistido en: dormir, comer y hervir; vuelta a dormir, vuelta a comer y vuelta a hervir; hora del baño, y vuelta a empezar. Y así durante todo el día.

Tetinas de Nuk y Medela
(especiales para labio leporino) 
En la hora de la comida, como ya os comenté anteriormente, debido a mi pequeño problemilla, tengo que utilizar unas tetinas especiales para poder usar el biberón. Y aun así, no tengo la suficiente fuerza (o maña, quién sabe) para poder succionar yo sola durante las tomas, por lo que Mami o Papi tienen que ayudarme dando pequeños pellizcos a la tetina para que la leche salga del biberón y caiga en mi boca, tragándola casi por inercia. Además, quizá por aburrimiento o tal vez por agotamiento, la mayoría de las veces acabo quedándome dormida en mitad de las tomas, por lo que no es raro el día en el que la hora de la comida se alarga tanto que prácticamente se junta con la siguiente toma. Es decir, que un biberón que un bebé fácilmente podría tomarse en 30 minutos, a mí me lleva entre 60 y 90 minutos. ¡Todo un récord! ¡PERO DE PACIENCIA PARA MIS PADRES!

Y después de cada toma, todos tenemos nuestra tarea asignada: Mamá se engancha el sacaleches, un aparato cuya labor consiste básicamente en succionar por mí, obteniendo así la leche del pecho de Mami que yo no soy capaz de obtener por mis propios medios. Papá, por otro lado, tiene que hervir los biberones, tetinas y demás artilugios que hayamos utilizados durante la comida. De esta manera, conseguimos esterilizar todo aquello que me vaya a llevar a la boca. Y a mí, como no podía ser de otra forma, me toca lo más fácil: echar el gas y dormir. 

Sí, lo sé, mi parte es la mejor, ¡aunque os quería yo ver decir eso cuando uno de los gases se pone peleón y decide quedarse más de la cuenta en mi estómago!

!Al baño!
¡Ahh! ¡Y también está mi hora favorita del día (si no contamos las horas de sueño, claro): la hora del baño. Me encanta que me metan en la bañera llena de agua calentita y que froten mi cabeza con tanta delicadeza. ¡Qué cosquillitas me hacen! Esta hora hace que me sienta como en mi antiguo hogar, la tripa de Mami, donde flotaba y nadaba todo el día. !Cómo lo echo de menos!

Aunque los primeros baños fueron un poco complicados, pronto aprendimos como había que hacerlo. La verdad es que soy tan pequeñita y frágil, que no me extraña que les diera miedo que pudiera resbalarme o que pudiera entrarme agua en los oídos. Además, imagino que esta pedazo de bañera que hay en casa tampoco ayuda demasiado, pero de momento no tenemos ninguna forma mejor de organizar la hora del baño (ya que no me van a meter al fregadero con las platos, ¿no?). Bueno, no pasa nada, confío en que alguien se encargue de poner solución a este pequeño inconveniente en los próximos días.


Y hasta aquí ha llegado nuestra primera semana. Acabo de oír como Mami le recuerda a Papi que mañana tenemos nuestra primera revisión con el pediatra, por lo que creo que ésta puede ser una buena ocasión para salir de nuestra rutina. !Qué ganas tengo de volver a la calle y conocer más mundo!