El ascensor sube. Se para y Mami sale empujando
el carrito mientras Papi comienza a sacar todas las maletas y demás bultos que
hasta hace unos minutos ocupaban el maletero del coche. Mamá mete la llave y da dos vueltas hasta que la puerta de la calle se abre. Volvemos a estar en
casa. Se acabaron las minivacaciones que tan bien nos han sentado y que tanto necesitábamos.
Han sido sólo unos días, pero los suficientes como para despejar la cabeza,
relajarnos y cargar las pilas de cara a lo que queda por venir, que no es poco.
Y es que la fecha para la siguiente operación,
la del labio, ya está marcada en rojo en nuestro particular calendario de citas
médicas: 14 de agosto. Y eso que ésta no era la primera fecha que teníamos
marcada para esta operación. ¿Ah, que no os lo he contado? ¿Os acordáis cuando
en la primera, la del corazón, pasamos la noche en el hospital y
estuve un montón de horas en ayunas, y al final, por una urgencia médica, el
quirófano quedó ocupado y me tuvieron que mandar a casa, aplazando la operación
para la semana siguiente? Pues esta vez pasó algo similar.
14 de agosto de 2015 |
- Disculpen,
¿pero están ustedes locos? ¿De verdad que quieren meter a quirófano a un bebé
que ha sido operado de una deficiencia cardíaca hace tan sólo 40 días? ¿Y si le
pasa algo o no aguanta la operación? ¿Ustedes se han parado a pensar eso?
Mis Papis se quedaron sin habla, parados,
estupefactos y con ganas de llorar. Evidentemente, ellos no eran los
responsables de decidir sobre los plazos de operación ni las fechas de recuperación
tras las operaciones. Para eso ya hay un equipo médico que se encarga de
decidir si mis condiciones son las adecuadas o no para entrar en un quirófano.
Y según mis doctoras, Nuria Gil (la cardióloga que me ha estado tratando desde
la primera semana de vida) y Beatriz González Meli (la cirujana plástica que ha
estado siguiendo la evolución de mi boca desde que nací), a pesar de que sólo
hayan pasado 40 días desde la última operación, mi cuerpo y mi corazón están
perfectamente preparados y no existe ningún riesgo para mi salud.
- Disculpe
usted, pero nosotros no decidimos sobre el calendario de operaciones de
nuestra hija. Para eso ya están otros doctores que se encargan de ese trabajo.-
Contesta Papi a la anestesista, todavía “aconjogado” ante la afirmación de la
misma de que algo pudiera ocurrirme.
- Pues
como ustedes comprenderán, yo no puedo dar el visto bueno. Para
mí la niña no es apta para someterse a esta nueva operación, por lo menos hasta que no
hayan pasado entre 3 y 6 meses. Es decir, que como pronto estaríamos hablando del mes de octubre. Lo siento.
Salimos de la consulta y lo primero que
hicieron Papi y Mami fue llamar a Beatriz para comentarla el problema que acababa de surgir. La verdad que fue un alivio poder hablar con ella. Como siempre, sólo
tuvo palabras de cariño para nosotros y, a pesar de que entendía la preocupación
de la anestesista, ella estaba convencida de que nada malo me ocurriría y que
era “urgente” operar mi labio, ya que las fechas empezaban a achucharnos e
irnos hasta octubre era imposible, dado el ritmo al que crecía mi cuerpo, y con
ello, mi boca. Así que la doctora nos pidió que la diéramos un par de días para
poder organizarlo todo de nuevo y poder coordinarse con Nuria, la
cardióloga.
Finalmente, y tan sólo dos días después,
recibimos la llamada de Beatriz, que nos quería comunicar la nueva fecha de la
operación:
- Buenos días
chicos. ¿Cómo está Ariadna? – Su voz sonaba a través del altavoz del móvil
de Mami.- He estado hablando con mis
superiores y hemos revisado de nuevo su caso, por si hubiera algo que hubiéramos pasado por alto. Parece ser que el problema estaba en que la anestesista que os vio
el otro día no quería arriesgarse a que existiera algún tipo de complicación
cardíaca y tener que trasladar a la niña de urgencia a otro Hospital, puesto
que el Niño Jesús no tiene cirugía cardíaca. Así que al final, después de mover
unos cuantos hilos y pedir unos cuantos favores, tenemos nueva fecha para la
operación de la niña. Será el 14 de Agosto, lo único, que en lugar de ser en el
Hospital Niño Jesús será en el Hospital Materno Infantil Gregorio Marañon.
- Perfecto
Beatriz. Por nosotros no hay ningún problema. Muchas gracias por todo, de
verdad.- Contesta Mami aliviada.
¡Genial! ¡Gracias a Beatriz no tendremos que
esperar un montón de tiempo hasta que de nuevo nos den fecha para la operación! Además, ya conocemos de sobra el Hospital Materno Infantil Gregorio Marañon, ya
que ahí es donde estuvimos la primera vez. Quién sabe si volveremos a ver a los
mismos enfermeros y doctores que tan bien nos trataron hace unas semanas. Lo
que está claro es que no sé cómo podremos agradecer a Beatriz todo lo que está haciendo por nosotros. Qué bueno es que en este mundo haya gente que ponga tanta pasión
en todo lo que hace y que se desviva por ayudar a los demás, que siempre tenga
una palabra dulce y aporte tanta tranquilidad ante las situaciones complicadas
que a veces nos toca vivir. Por eso, creo que con un GRACIAS no es suficiente. ¡Se
merecen mucho más!
Y por fin ha llegado el gran día: 14 de agosto. ¿Qué porqué es un gran día? Pues porque desde hace muchos meses todos sabemos que tarde o temprano acabaría llegando el día en el que tendría que pasar por quirófano para cerrar la abertura que cruza mi labio y desfigura mi cara. Porque hemos aprendido un montón de cosas sobre nosotros mismos y sobre este defecto físico que tantos quebraderos de cabeza nos ha dado. Porque ahora somos capaces de valorar mucho más las pequeñas cosas: una sonrisa, un abrazo o una caricia. Pero sobre todo, porque por el camino nos hemos encontrado con un montón de personas que, de no haber sido por el labio leporino o la comunicación interventricular, no hubiéramos conocido jamás: médic@s y enfermer@s que han cuidado de nosotros como si fuésemos su familia, niñ@s y padres que como nosotros han pasado por situaciones y problemas similares, y vosotros, esas personas que sin conocernos de nada, nos habéis dado vuestro apoyo, ánimo y energía.
Y con ese apoyo y energía cruzamos de nuevo la puerta del hospital. La historia se repite, pero ahora ya no somos novatos. Al igual que en la primera operación, la de corazón, volvemos a estar otra vez Papi, Mami y yo solos en una habitación, mientras la familia espera en la sala a que todo comience. Nos damos un último beso y los tres sabemos lo que ocurrirá a continuación. A mi me toca un largo sueño y a ellos unas cuantas horas de espera con los dedos cruzados deseando que todo salga bien. Esperemos que así sea.
Mi última foto con labio leporino |