sábado, 15 de agosto de 2015

ADIÓS

Adiós. Adiós al problema de tener el labio partido por la mitad. Adiós a las tetinas especiales. Adiós al tragar tanto aire al comer. Adiós a todos aquellos aparatos que han estado corrigiendo y moldeando mi boca. Adiós a las viejas preocupaciones y adiós a todo aquello que desde hace tantos meses ha formado parte de mi vida.

Despierto lentamente de la anestesia y lo primero que veo es a Mamá, inclinada sobre la camilla esperando a que abra los ojos. Al igual que la última vez, me cuesta ubicarme y reconocer donde estoy, pero como ya no soy nueva en esto, rápidamente recuerdo el motivo que me tiene en este sitio.

- ¡Preciosa! ¿Cómo está la niña más guapa del mundo? - Mami me susurra mientras comienza a acariciarme la cabeza.

Trato de contestarla, pero todavía me encuentro algo aturdida. De reojo veo un reloj. Marca las 15.30h, así que si mis cálculos no fallan, debo haber estado dormida algo más de 6 horas, aunque dudo mucho que la operación haya durado tanto tiempo. Giro la cabeza lentamente y veo a Papi asomado al otro lado de la camilla. Intento dedicarle una de mis sonrisas, una de esas que tanto gustan a todo el mundo, pero... ¡AY, CÓMO DUELE! Instintivamente, levanto las manos para intentar tocarme la boca, para intentar apaciguar el dolor que de repente recorre mi cara. Pero es imposible seguir levantándolas más. Algo me frena.

- Lo siento cariño,- Papi se dirige a mí.- pero tienes las manos atadas para evitar que te toques la cara y te hagas pupa. Que ya sabemos que te encanta llevarte el dedo a la boca, y al final seguro que te acabas haciendo daño. Pero no te preocupes, seguro que si te portas bien te las sueltan enseguida.

¿Las manos atadas? ¡Pues menudo fastidio! Bueno, hay algo que seguro que los médicos no han podido atar... ¡MI LENGUA! Así que empiezo a moverla intentando palpar qué es lo que han hecho durante mi "ausencia". Empiezo por la parte izquierda de mi boca y poco a poco atravieso la misma acariciando la cara interna de mi labio hasta que... ¡Oh! !Menuda sorpresa! ¡Si ya no está la abertura que me cruzaba el labio de arriba a abajo! ¡YA NO HAY AGUJERO! ¡Qué bien!

Al cabo de unos minutos, aparece un enfermero que, dirigiéndose a mis Papis y acercándose hacia la camilla, nos dice:

- Vaya, vaya, parece que por fin ha decidido despertarse la campeona. Pues nada Papis, si todo sigue así de bien, en un ratito os subirán a planta.

- ¿Has oído, cariño? Nos vamos a planta en ratito. - Me dice Mami.- Ahora descansa y coge fuerzas, que las vas a necesitar.

Y hasta ahí llegó mi estancia en la URPA (Unidad de Recuperación Post-Anestésica). O al menos lo que yo recuerdo, ya que inmediatamente volví a quedarme dormida, ahora mucho más tranquila, sabedora de que la operación había ido perfectamente y que mi recuperación va por buen camino.

Cuando vuelvo a despertar, escucho de nuevo la voz de Mami, que está contando cómo ha ido la operación:

Estrenando labio y nariz nueva.
- ¡Pues ha salido todo fenomenal! ¡Bueno, ya podéis ver lo bien que ha quedado y lo guapa que está! - Mami se volvió hacia la camilla señalándome.- En un principio iban a unir el labio y la encía, además de reparar el orificio nasal, pero como tiene la boca tan pequeñita se les ha echado el tiempo encima a los médicos, así que cuando ya llevaban 4 horas de intervención y para evitar ponerla más anestesia, al final solo la han operado el labio y la nariz. Según nos ha explicado Beatriz, la encía no era prioritaria y en caso de que finalmente haga falta, aprovecharán cuando haya que hacerla el implante óseo dentro de unos cuantos años.

- ¡Ah! Y aprovechando que la tenían dormida, la han hecho los agujeros de las orejas. Fijaos, ya lleva pendientes. ¡Así que a partir de ahora va ir guapísima! - La voz de Papi resonó interrumpiendo la explicación de Mami.

¡Así que también me han puesto pendientes! Menudo cambio, voy a parecer una niña distinta: ¡labio nuevo, nariz nueva y complementos nuevos!

Al cabo de un rato, y una vez que había visto a toda la familia (que no paraban de decirme lo absolutamente guapa que estaba, a pesar de la cara de boxeadora que seguramente tenía), una enfermera apareció con un bote lleno de leche. Sí, era la hora de cenar y comprobar cómo mi cuerpo empezaba a tolerar de nuevo el alimento. ¿Pero cómo se supone que voy a comer con lo que me duele la boca?

No pasa nada, para todo hay soluciones. De momento, y hasta que sea capaz de volver a usar la boca sin dolores, hay una solución que utilizan los médicos en estas situaciones: jeringuillas. Sí, Papa tendría que llenar una jeringuilla con leche mientras Mami tendría que sujetarme y cantarme, así yo me distraería y acabaría abriendo la boca. Ese era el plan.

A partir de ahora ya no sería necesario utilizar nunca más el aparato nasoalveolar que me ha estado acompañando durante los últimos meses. Ahora tendré que ser capaz de volver a comer sin ninguna ayuda externa, y eso a pesar de que mi paladar sigue partido por la mitad. Pero bueno, si hemos llegado hasta aquí, imagino que podremos acostumbrarnos de nuevo a comer de otra manera. Además, en las últimas semanas ya hemos estado practicando con la cuchara, así que en cuanto lleguemos a casa seguro que apartamos la jeringuilla y empiezo a comer como los niños grandes. Adiós al biberón.

Al día siguiente, y después de haber pasado una noche tranquila, aunque no exenta de dolores, nos despertamos esperando el desayuno y el veredicto de los médicos. A las 9.30h, aparecen Nuria y Beatriz por la puerta para darnos las últimas instrucciones. Si, habéis oído bien, las últimas instrucciones, porque… ¡NOS VAMOS A CASA!

- Papis, Ariadna está evolucionando perfectamente, así que vamos a darla el alta. La ecografía que  la acabamos de hacer muestra que su corazón está perfectamente, así que está lista para irse a casa. Además, seguro que allí estáis mucho más cómodos y para la niña también es mucho mejor estar en su ambiente.- Nos comenta la doctora.

- Perfecto. ¿Has oído eso, cariño? ¡Nos vamos a casa!- Papi me mira y sonríe.

¡Qué alegría! Tan solo han sido necesarias 24 horas para empezar a recuperarme. Al fin y al cabo, esta operación era solo “estética”, no como la del corazón, donde además de suturar ese pequeño agujero por el que se escapaba mi energía, era necesario vigilar muy de cerca la evolución del órgano más importante del cuerpo.

Hacemos las maletas y recogemos todo lo que hemos traído para nuestra segunda estancia hospitalaria. Nos despedimos de los médicos y enfermeros, aunque sabemos que éste no es un adiós definitivo, ya que en unos cuantos meses tendremos que volver para otra nueva intervención: esta vez para cerrar el paladar. Pero bueno, nos conformamos con poder decir “Hasta luego”, al menos durante una temporadita. 

Por delante tenemos unas semanas de adaptación, donde como siempre, tendremos que seguir aprendiendo sin que nadie nos haya enseñado, pero a estas alturas de la historia, ya somos conscientes de que podemos con todo esto y mucho más.

Cerramos un nuevo capítulo de mi historia y como dice Mami:

“DE AHORA EN ADELANTE, CAMBIA MI FORMA DE SONREÍR, PERO NO MI SONRISA”.