domingo, 3 de mayo de 2015

PARA TI, MAMÁ.

¡Ya tengo nuevo aparato!

Hace unas semanas que la doctora decidió que el obturador inicial había realizado su labor y, por tanto, podíamos avanzar un pasito en el camino que llevaría hasta mi nueva sonrisa. Esa sonrisa que cada vez que puedo, intento lucir para enamorar a todos los que tengo a mi alrededor.
!Hay sonrisas que enamoran!
Este nuevo obturador nasoalveolar tiene una prolongación que se introduce en mi orificio nasal, por lo que, aparte de continuar con la labor de cerrar la fisura palatina del antiguo aparato, su función consiste en moldear mi pequeña nariz de cara a la futura operación del labio. 

¿Y para cuándo está programada esta operación? Pues no lo sabemos. En un principio se iba a realizar cuando cumpliera los 4 o 5 meses pero, con el pequeño contratiempo del corazón, todos los planes iniciales han empezado a cambiar. Dependemos de si la comunicación interventricular acaba cerrándose sola, ya que si no es así, los doctores tendrán que buscar una fecha para solucionar este contratiempo.

Y de momento no parece que se vaya a cerrar sola. Por más que cruzamos los dedos y pedimos para que este problema no termine en un quirófano, parece que las revisiones semanales con los cardiólogos no avanzan por buen camino. Los doctores no pierden la esperanza pero, cada semana que avanza en el calendario sin que mi cuerpo sea capaz de cerrar por sí sólo el pequeño agujero de mi corazón, es una semana que estamos más cerca del quirófano. Y claro, ahí empiezan los líos. ¿Qué operación realizan en primer lugar? 

Pues lo tienen claro: el corazón. No hay discusión. Ningún doctor quiere meterme a quirófano sin la garantía de que mi corazón aguante la operación y la anestesia. Así que en esas estamos: sabemos que en breve empezará la ronda de operaciones, pero no sabremos cuantas serán. Así que por si acaso toca ir preparándonos.

!A ponerme grande!
¿Y en qué consiste la preparación? Pues en comer mucho para engordar y ponerme fuerte, para que cuando llegue el momento no me falten las fuerzas y me recupere lo antes posible, y en pasar mucho tiempo en familia. Mucho tiempo con Papi, y sobre todo con Mami. Porque ella es la que mejor me entiende y sabe por lo que estoy pasando. La que se pone en mi situación cuando algo no va bien y más sufre por cada noticia adversa que nos dan. Pero también es la que más disfruta con cada caricia que me da, la que más se enorgullece de cada sonrisa que regalo a mi alrededor y la que más valora el tiempo que pasa junto a su pequeña princesa.

¡Y hoy es el día para agradecérselo! Es el día de la Madre, pero para mí es mucho más que eso. Es el día en que doy gracias al destino porque me haya tocado caer en los mejores brazos del mundo. Porque ella me dio la vida cuando parecía que iba a ser imposible y me cuidó durante los 9 meses que duró mi gestación, alimentándome sin darse cuenta y engordando el sueño que comenzó a gestarse una noche del mes de junio. Ese sueño que empezó siendo negro para mí y que al poco tiempo todos, incluida yo, nos dimos cuenta de que era rosa. Un rosa lleno de alegría, que a punto estuvo de volver a teñirse de negro con todas las noticias negativas, pero gracias a todos, y especialmente a ella, el sol volvió a ponerse en lo más alto del cielo. Un cielo que no paró de brillar el día que nací, y donde sus ojos fueron el vivo reflejo de la felicidad. Una felicidad que, a pesar de todos los contratiempos surgidos durante mi breve historia en este mundo, nunca ha abandonado su corazón. Y es que a pesar de que es mi corazón el que tiene un problema, son los latidos del pecho de Mamá los que hacen que el mío lata con más fuerza. Porque solo deseo que llegue el día siguiente para oír su voz, para sentir de nuevo sus caricias y poder decirla con los ojos TE QUIERO.

Por todo eso y mucho más, hoy no hay regalo suficientemente grande ni suficientemente bonito para expresar todo lo que siento hacia ella. Y mira que Papi y yo hemos dado vueltas por el Corte Inglés en busca de él, pero hay cosas que ni los grandes centros comerciales tienen a la venta. Porque el amor de una hija hacia su madre no se puede medir. Así que al final nos hemos decidido por unos cuantos detalles que la hagan saber lo mucho que la queremos. Unos detalles que intentan agradecerla su fortaleza, su cariño y su amor.

Así que Mamá, MUCHAS GRACIAS por ser mucho más que mi madre. Gracias por ser mi doctora, porque tú sabes lo que me pasa en cada momento y como calmar el desasosiego que genera cada pequeño dolor. Gracias por ser mi maestra, porque tú guías los biberones que me alimentan y me enseñas como tengo que hacerlo para poder comer y hacerme cada vez un poquito más grande. Gracias por ser mi amiga, porque siempre estás cuando te necesito y sé que siempre puedo contar contigo. Gracias por ser mi confidente, porque sin hablarnos lo sabemos todo la una de la otra. Gracias por ser mi Mamá. Pero no una Mamá cualquiera, sino una MAMÁ en MAYÚSCULAS. Porque nadie te ha enseñado y lo estás haciendo genial. 


¡FELICIDADES MAMI!
Para ti, Mamá.