¡DORMIR! ¡Lo que más me gusta hacer en
este nuevo mundo es dormir! Aquí fuera hace bastante más frío que en mi antigua
casa, así que pasarme las horas debajo de una mantita con los ojos cerrados
empieza a ser mi hobby favorito.
Soñando con los angelitos |
¡Si pudiera, ME TIRARÍA TODO EL DÍA DURMIENDO! Pero no me
dejan... Los doctores no paran de hacerme todo tipo de pruebas: la prueba del
oído (para controlar que escuche perfectamente), la prueba del talón (para
detectar precozmente enfermedades metabólicas) y otras muchas pruebas de las
cuales no recuerdo ni su nombre. Además, no paramos de recibir a familia y
amigos que vienen para conocerme y ver como se encuentra Mami, así que muchas
veces acabo echándome sueñecitos acunada en brazos ajenos... No está mal, pero
prefiero la comodidad de mi cuna.
Por si esto fuera poco, Papi y Mami están empeñados en que
tengo que comer para ponerme grande, y la verdad es que no lo estoy llevando
muy bien. Ellos no paran de repetir que tengo que crecer mucho para estar
sana y fuerte, pero a mí me gustaba más mi antiguo sistema de
alimentación. ¡Era muchísimo más cómodo! Al fin y al cabo, sólo tenía que
esperar tranquilamente a que Mamá comiera para que una parte de esos
alimentos llegaran a mí directamente a través del cordón umbilical. ¡Era
como pedir comida a domicilio: TELEMAMI!
Pero en este mundo las cosas no funcionan así. Mami me coge
de la cuna donde tan plácidamente estoy durmiendo y comienza a susurrarme:
- Ariadna... Vamos a comer un poquito... Que ya es hora,
pequeña.
Acto seguido, me acuna contra su pecho e instintivamente
empiezo a cabecear buscando el pezón para poder alimentarme. Comienzo a
succionar, pero ¡NADA! No consigo obtener ni una sola gota de leche que
sacie mi apetito. Bueno, era de esperar que esto ocurriese, al fin y al cabo,
nadie me ha dado el manual donde se explique cómo lo tengo que hacer. Así que
tenemos que apañarnos entre nosotras dos. Vuelvo a intentarlo, esta vez
succionando más fuerte y... ¡NADA DE NADA! ¡Vaya!¡Al final esto va a
ser más complicado de lo que pensaba!
Mami no se da por rendida, y seguimos intentándolo un buen
rato, pero con cada succión lo único que acabo consiguiendo es tragar mucho
aire, ya que no soy capaz de agarrarme bien al pecho con este corte que
tengo en el labio. !Menudo fastidio!
¡Pero no hay problema!¡PASAMOS
AL PLAN B!
!La hora de comida! |
Si no he podido con el pecho de Mami...siempre quedará el
biberón de Papi. Cambio de brazos y ahora es Papi quien me sostiene la cabeza y
me introduce el biberón en la boca. Lleva una tetina especial, ya que las
normales no terminan de ajustarse bien a mi boca (por aquello de mi
"pequeño problemilla", ya sabéis). Parece que el plan Biberón
funciona mejor, aunque tampoco es que sea una maravilla. "Gracias" a
la brecha que tengo en el paladar, la mayoría de la leche que obtengo con un
esfuerzo sobrehumano acaba saliendo por mi nariz, por lo que la hora de la
comida termina convirtiéndose en una lucha: una lucha entre mis circunstancias
y nuestra paciencia. La mía, ya que me acabo agotando rápidamente, y la de
Papi, que ve como todo el esfuerzo empleado para alimentarme acaba saliendo por
mi nariz. Nadie dijo que fuera fácil.
Además de para comer, también me despiertan para... ¡CAMBIARME EL PAÑAL! ¡Qué
expectación hay por ver si he hecho mi primera caca o si vuelvo a tener
pis! A cada ratito, noto un dedo que se cuela entre los botones de mi
pijama y ahueca prudentemente el pañal para espiar mis necesidades más
íntimas.
¡Y por fin llegó la tan ansiada primera caca! Bueno,
exactamente caca no era. Lo llamaban "meconio", pero a todos los
efectos, era caca. Y esta primera caca llevaba un nombre escrito bien grande y
con letras rojas: PAPÁ.
Como Mami todavía está recuperándose de la cesárea, él es el
encargado de llevar a cabo las labores de limpieza y cambio de pañal. Me
levanta de mi cuna y me tumba suavemente a los pies de la cama de Mamá para que
ella le vaya guiando en el proceso. A mi alrededor se concentra un montón de
gente para ver las maniobras que Papá tiene que realizar. Si os digo la verdad,
me he acostumbrado tanto a que todo el mundo me viera desnuda en las ecografías
dentro de la tripa de Mami, que enseñar mis vergüenzas en directo a 10 personas
hace que no me ponga ni colorada.
Y empezamos con la operación EMYLC (Extracción de Meconio y
Limpieza de Culo).
- Fer, primero tienes que quitarla el pañal manchado y
limpiarla bien con una toallita.- Mami empezó a dar las primeras instrucciones.
- No, pero así no.- Una voz detrás de Papá apuntó.
- Fer, si lo agarras de esta manera será más cómodo.- Otra voz volvió a corregir a Papá.
- ¿Quieres que te sujetemos a la niña para que te sea más
fácil, Fer? - Una
tercera voz se apuntó a la fiesta de correcciones.
El nombre de Fer empezó a multiplicarse a medida que avanzaba
con el proceso, hasta que Mami, puso fin a todas las indicaciones externas:
- Bueno dejarle a él, que también tiene que aprender. Sigue
así cariño que vas muy bien. Ahora solo tienes que echarla un poquito de crema
para que no se la irrite el culito y ponerla un pañal limpio. Eso es, así. Muy
bien. Ya puedes volver a ponerla el pijama y llevarla de nuevo a la cuna para
que descanse.
¡PRUEBA SUPERADA! La operación EMYLC ha sido todo
un éxito, así que vuelvo a mi cunita a descansar hasta la siguiente toma o el
siguiente pis. ¡Con lo que me gusta dormir!
Pero bueno, después de un día tan intenso, por fin llegaba la
noche y Papi, Mami y yo nos quedamos solos para descansar. Por fin un poco
de tranquilidad, ¿verdad?
¡Pues no! Si el día fue duro... la noche no estuvo libre de sustos.
Para empezar, Mami estaba bastante dolorida. Me pareció entender que era por
algo que los doctores llamaban la "subida de la leche". No parecía
grave, pero Mamá no paraba de quejarse y pedir paños calientes para ponérselos
en el pecho.
Calmado un poco el dolor, y justo cuando mis papis estaban
quedándose dormidos, un gas que no había expulsado en la última toma hizo
que un poco de leche subiera por mi garganta y obstruyera el paso del aire
hacia mis pulmones. Empezaba a faltarme el oxígeno y poco a poco el color de mi
cara empezó a cambiar del saludable rosa claro a un preocupante morado oscuro.
Menos mal que estaba Mami, que casi al instante y movida por
su instinto maternal, se giró, y viendo el extraño color de mi piel, llamó
rápidamente a Papá, que se levantó como un resorte de la cama. Y así es como
empezamos la operación ¡CORRE
CORRE, QUE LA NIÑA SE AHOGA!
- Fer, despierta. Creo que a la nena la pasa algo.-
Efectivamente, estaba en lo cierto. El aire empezaba a escasear en mis
pulmones.- Me parece que tiene una flema y no puede respirar.
- ¿Qué dices Diana? - Papá empezaba a abrir
los ojos para enfocar hacía mi cuna.- ¿Qué dices que le pasa a la niña?
- ¡CORRE FER CORRE, QUE LA NIÑA SE AHOGA! !Que se
está poniendo morada! - Mamá gritó para que Papa se diera prisa.
Inmediatamente, Papá saltó de la cama. Me cogió en brazos y
comenzó a golpearme en la espalda mientras nos dirigíamos a toda velocidad
hacia el control de enfermeras, donde podrían ayudarnos. Llegamos justo a tiempo. La enfermera me coge en sus brazos y
comienza a golpearme en la espalda para que expulse el contenido que se
almacena en mis vías respiratorias. Por suerte, después de echar toda la leche
regurgitada, empiezo a recuperar mi buen color de piel.
Con el susto en cuerpo y las piernas temblando, volvemos a la
habitación donde habíamos dejado a Mami preocupadísima y sin poder levantarse
de la cama como consecuencia del reposo absoluto de la cesárea. Al entrar
en la habitación, nos la encontramos de pie junto a la cama y con un color de
cara parecido al mío cuando empecé a encontrarme mal. Pero un momento... ¿No se
supone que Mama tenía que guardar reposo absoluto? ¿Cómo ha conseguido bajarse
de la cama, que además estaba a más de un metro del suelo? ¡Si tardamos 2
minutos más nos la hubiéramos encontrado en el pasillo corriendo detrás
nuestro!
Una vez pasado el susto, las enfermeras vinieron a ofrecernos
un alternativa a los tres:
- Chicos, creemos que sería bueno para todos que esta noche
Ariadna durmiera con el resto de bebés en el nido. Así, vosotros podéis
descansar, que ha sido un día muy duro, y nosotros podemos controlarla durante
la noche. ¿Qué os parece?
Siendo egoísta, pasar la noche sin mis papis y rodeada de
otros niños a los que no conocía no termina de hacerme ilusión, pero entiendo
que ellos necesitan descansar y coger fuerzas para todo lo quedaba por venir:
más comidas, más cacas y más noches. Así que, dando mi aprobación, decidí
berrear en sentido afirmativo.
Finalmente, Papá y Mamá deciden que lo mejor para los tres
era que descansáramos unas horitas y volviéramos a vernos a las 7.00h de la
mañana, con las pilas bien cargadas.
Y así es como acaba nuestro primer día, en el que he
aprendido varias cosas muy importantes:
1ª. Que a los bebés con labio
leporino y fisura palatina nos cuesta un montón comer y agarrarnos al pecho de
nuestras mamis, pero que gracias a Dios existen los biberones y las tetinas
especiales.
2ª. Que la primera caca de los
bebés se llama meconio y es una manera perfecta de poner a los
papás a practicar con los pañales.
3ª. Que es muy importante echar el
gas después de cada comida para evitar las regurgitaciones y las operaciones
!CORRE CORRE, QUE LA NIÑA SE AHOGA!
4º. ¡Qué pase lo que pase,
Papi y Mami siempre están ahí!