Negro. Todo
está negro. Se suele decir que en esta vida no todo es blanco o negro, que
existen los matices y las ideas intermedias, pero en este caso, todo es
absolutamente negro.
A mi
alrededor no hay nada. Nada salvo... unas voces lejanas. No llego a entenderlas
bien, hay demasiado eco a mi alrededor. Los sonidos rebotan en las paredes y
hacen que lleguen a mí apagados y diluidos, como cuando te intentan transmitir
un mensaje debajo del agua.
- ¿Qué decís? ¿Me estáis hablando a mí? ¡Hablar
más alto!
Cualquiera
en mi situación se sentiría angustiado, perdido y asustado, pero… un momento,
¡si no siento nada! Ni confusión, ni miedo, ni dolor ni nada… Bueno, sí, un
ligero cosquilleo en mi interior. Un cosquilleo que me recorre las… ¡un
momento! ¡Pero si no tengo piernas! ¡Ahhhhhh! Ni pies, ni manos, ni orejas, ni
cara, ni… ¡nada de nada! ¡Ahora sí que empiezo a preocuparme de verdad!
No pasa
nada, me digo a mi mismo, seguro de que todo esto tiene una explicación. Debe
de tratarse de un sueño. Si estoy en lo cierto, entonces es muy sencillo, basta
con contar hasta 3 y abrir los ojos; de esa forma, cuando despierte, todo
volverá a la normalidad.
- ¡1!….. ¡2!…..y ¡3!…… ¡Mierda! ¡Todo es negro!
No lo he hecho bien, ¡ha tenido que ser eso! Lo intentaré una vez más, pero
esta vez me pellizcaré a la vez para despertarme. ¡1!….. ¡2!…..y… ¡un momento!
¡Si no tengo dedos para pellizcarme!
Algo me
dice que este plan no iba a funcionar. Decido empezar a usar el sentido común,
el instinto de supervivencia y todo aquello que pueda ayudarme a averiguar
dónde estoy y qué es lo que me está pasando.
A lo lejos,
las voces seguían sonando. Empiezo a fijarme en ellas para ver si así obtengo
alguna pista del sitio donde estoy. Están hablando entre ellas y no parece que
se estén dirigiendo a mí. Hago un gran esfuerzo por acercarme a una de las
paredes que más cerca tengo y…
- ¿Fer, sacamos ya las bolsas del coche? – Era
una voz femenina. Sonaba un poco enfadada, pero a la vez tenía un ligero toque
de súplica. - ¿Y así podemos ir pensando en la cena?.
Definitivamente,
no me estaban hablando a mí, salvo que yo sea ese tal Fer… y no me suena de
nada ese nombre. Es más, diría que nunca lo he escuchado, aunque una sensación
interior me dice que lo acabaré escuchando más de una vez en los próximos días.
- ¡Vale, un segundo! ¡Espérate al descanso del
partido y si queréis vamos nosotros a por la cena! Y sino, hacemos una
ensaladita y así acabamos de ver el partido. ¿OK?
¡Ese ese!
Ese debía ser el tal Fer! Su voz sonaba cansada y apagada, y había un tono de enfado
en ella. Es posible que su equipo no fuera ganando…
Y así es
como, aislado en mis pensamientos, intentando recapitular toda la información que
tenía y poner sentido a toda esta situación, de repente… ¡ME MUEVO! ¡Que leches
me muevo! ¡ME ESTÁN MOVIENDO, QUE ES DISTINTO! Si pensaba que todo esto no podía
ser más extraño, estaba muy equivocado.
- ¿Una ensaladita? Casi que ya vamos nosotras a
por algo de cenar, no te preocupes. Siempre con el dichoso fútbol. Tu no
quieres nada entonces, ¿no?. - De nuevo la voz femenina retumbaba en las paredes.
- ¿¡Cómo que no quiero nada?! ¡Claro que quiero!
¡Tráeme una hamburguesa doble con beicon y queso! –Dijo gritando mientras la voz se iba alejando
de mí.- ¡Y dame un beso antes de irte!
- ¡Encima! ¡Pero mira que tienes morro, tío! – La voz y yo nos volvíamos a mover - Anda,
toma el beso. ¡Mira que eres!
Y nos
fuimos alejando poco a poco hasta escuchar el motor del coche encenderse.
¿Dónde estoy? ¿Qué me pasa? |