miércoles, 25 de febrero de 2015

EL GRAN DÍA (Parte 1)

Suena el despertador. Es temprano. Muy temprano. Pero hoy es el gran día. Ese día que desde hace 9 meses todos están esperando. !Y yo también! !Que empiece la función!

Papá está muy nervioso. Tan nervioso, que casi no atina a abrocharse los botones de la camisa. Mamá aparenta estar tranquila, pero en el fondo sé que no es así... ¡Qué nervios! ¡Por fin nos íbamos a ver por primera vez!

Una vez revisado que no nos dejábamos nada importante en casa, nos dirigimos hacia el hospital La Milagrosa. Un amigo de Papá nos deja con su taxi en la puerta del hospital y una vez allí, nos acercamos al mostrador para que nos indiquen en que habitación nos tenemos que instalar.

- !Ni que esto fuera un hotel! - Aunque pensándolo bien, quizás un poco sí, ya que esa habitación sería nuestra casa durante los siguientes días.

Una amiga de Mamá trabaja en el Hospital, así que gracias a ella, la habitación que nos "ha tocado en suerte" es  ¡estupenda, luminosa y muy grande!

¡Qué chuli es esto de tener tantos amigos! !Cuando sea grande, quiero tener tantos amiguitos como Papá y Mamá!

Una vez nos instalamos, lo primero que hacen las enfermeras es llevarnos a la sala de Monitores, para empezar a espiarme un poquito (tranquilos, ya me he acostumbrado a que me miren a través de estos aparatos). Esta vez, los doctores sí que dejan a Papá que pase con nosotras, así que luego no tendremos que contarle lo que ha pasado dentro de la sala.

Colocan un montón de cachivaches en la tripa de Mamá para ver si ya hay contracciones y si mi corazón late correctamente.

- !Todo va perfectamente! - O al menos, eso dicen los doctores.

- Tranquila Diana, aún os queda un ratito más de espera. Serás la segunda Mamá en entrar al paritorio, así que calculamos que hasta las 11 no entraréis a quirófano.

Esa voz me resultaba muy familiar. ¡Pero si es Teresa, la enfermera del Ginecólogo! El gran momento se acerca. ¡Esto ya empieza a llenarse de voces conocidas!

- Ahora estoy más tranquila. - Dice Mamá al entrar a nuestra habitación de nuevo.- Ferny, si quieres puedes bajar a desayunar, que todavía te da tiempo. A ver si te vas a marear en quirófano y ya lo que nos faltaba.

Nunca me acostumbraré a la serenidad con la que Mamá dice la palabra quirófano. Pero bueno, no debe ser tan alarmante cuando lo dice con tanta naturalidad...

Papá hace caso a Mami y decide bajar a desayunar. Nosotras dos nos quedamos con los abuelis en la habitación, esperando a que pase el tiempo y llegue nuestro turno. Hay que ver que larga se hace la espera... ¡parece mentira que hayamos aguantado 9 meses y ahora un par de horas pasen tan lentas!

Pasaron 10 minutos, cuando de repente...

¡Hola! Vengo a por Diana. Al final el doctor ha decido que es mejor cambiar el orden de las intervenciones, por lo que tú serás la primera.

- ¿¿Cómo?? ¿¿Las primeras?? ¿¿Ya nos vamos?? - Mis nervios aumentaron ante el inesperado cambio de planes.- ¿¿Y Papá?? ¡¡Qué todavía no ha regresado!! ¿¿Es qué no vamos a esperarle??

Los abuelis llaman rápidamente a Papá para que suba con nosotras a la habitación antes de que nos lleven al quirófano. ¡PERO SU TELÉFONO ESTÁ APAGADO! ¡NO TIENE COBRETURA! ¡¡AHHHHH!!

¡Que no cunda el pánico! ¡Tenemos que hacer tiempo hasta que consigan contactar con Papá y decirle que nos vamos para el quirófano! - Intento transmitirle ese pensamiento a Mamá.

Parece que funciona y Mamá ha pillado el mensaje. Empieza a cambiarse, muy lentamente, poniéndose ese pijama tan favorecedor que dan en los hospitales, pero todo a cámara lenta. Tardamos unos estupendos 10 minutos en volver a salir del cuarto de baño. Pero el móvil de Papá sigue sin dar señal, y el de la abuela y la tía Irene parece que tampoco.

¿¿Llegará Papá a tiempo?? ¡¡Más vale que logren contactar con él y que corra mucho!! Esperemos que sus duros entrenamientos con Víctor en el Retiro hayan servido para algo, porque sino le va a tocar volver a quedarse fuera... ¡Y NINGUNA DE LAS DOS QUEREMOS QUE ESO PASE!

¡CORRE, PAPI, CORRE! - Repito una y otra vez en mi cabeza.