miércoles, 25 de febrero de 2015

EL GRAN DÍA (Parte 3)

Abro los ojos lentamente. Una vez. Otra vez. Hay demasiada luz. Intento ubicarme, pero no termino de saber dónde estoy.

De repente, empiezo a recordar. Estoy en la sala de neonatos, donde los doctores me dejaron hace... si soy sincera, no tengo ni idea de cuánto tiempo ha pasado. Tal vez hayan sido 5 minutos o tal vez 2 horas.

Giro la cabeza hacia un lado y veo dos figuras cerca de mí. No paran de mirarme y hablar entre ellos. Hago un tremendo esfuerzo por intentar acostumbrarme a tanta luz y por enfocar lo que tengo a mi alrededor. Y de repente... !SÍ! !ES LA VOZ DE PAPI! !Por fin algo que conozco!

La voz se acerca hacia mí lentamente, y dice:

- Mira Mª Jesús, acércate. Mira qué guapa es tu nieta. - Decía mientras me tocaba un piececito.

Por lo que se ve, !Papá viene acompañado! !Nada más y nada menos que por la abueli! Por fin iba a empezar a conocer a todos. !Qué nervios!

- Es verdad Ferny. Además no se le nota casi lo del labio. !Qué pequeñita que es! Parece tan frágil que da miedo tocarla.

Y de repente, noto como la abueli me toca también el pie. !No sabéis lo bien que se siente una cuando después de 9 meses sin contacto físico empiezan a toquetearla el cuerpo! ¡Qué sensación tan genial es el contacto piel con piel!

Pasado unos minutos, logro por fin enfocar la vista y empezar a distinguir algo más que sombras. Allí estaba Papá, y era tal y como me lo había imaginado. No puedo deciros si es guapo o feo, alto o bajo, gordo o flaco, simplemente porque es el primer hombre al que veo en este mundo. Evidentemente, los doctores que "vi" en el paritorio ataviados con sus mascarillas, gorros y batines no cuentan, así que ahora mismo, Papá es el hombre más perfecto del mundo. Al menos para mí.

Después de estar un rato metida en aquella burbuja, se acerca por fin el doctor, y señalando hacía mi incubadora, le dice a Papi que ya estoy lista para irme a la habitación. ¡Qué bien! ¡A la habitación! ¡¡Con Mami!!

Seguro que allí estaría ella, esperándome. Todavía no nos hemos podido abrazar, así que seguro que las dos nos morimos de ganas. ¡Por lo menos yo lo estoy deseando!

Las enfermeras abren la urna de cristal en la que estoy y comienzan a vestirme. Primero el pañal, por si se me escapa algo de la emoción. Después un body y un pijamita con puntitos rosas y negros y un elefante bien grande en el pecho. Por último, un gorrito rosa para que no se me queden frías las ideas. Ya estoy lista para irme de paseo en los brazos de Papi.

¡Y sí! ¡Papi me coge en sus brazos! Nos miramos fijamente a los ojos y… ¡nos decimos mil y una cosa solo con la mirada! Tenemos tanto que decirnos que el tiempo se detiene. Se detiene y solo estamos él y yo ahora mismo en este mundo. Sus brazos son tan protectores que hacen que me sienta segura, a pesar de que él no para de llorar de la emoción.

Y por fin salimos de la sala de Neonatología camino de nuestra habitación. Nada más salir, un montón de cabezas se agolpan sobre mí. Todos quieren verme y conocerme. Estoy a 20 pasos de Mami y mi pequeño corazoncito no puede aguantar más. Necesito verla.

La puerta de la habitación se abre, ¡y allí está!

Papá se acerca hasta ella, tumbada en la cama, esperándome con los brazos abiertos y lágrimas en los ojos. Abandono los brazos de Papá y aterrizo en los de Mamá.

Reconozco su olor, para mí inconfundible. Siento de nuevo el latir de su corazón, tan familiar y reconfortante para mí. Siento el calor de su pecho, tan acogedor como mi antigua casita. Y entonces, nos miramos.

Nos miramos fijamente y  lo veo claro: sus ojos demuestran que todo el esfuerzo y los malos momentos que hemos pasado las dos juntas han merecido la pena, que ella siempre ha estado segura de que todo saldría bien. Que vamos a luchar juntas para superar todo lo que quede por venir y que no habrá nada ni nadie que nos separé jamás.

- ¡Hola pequeña! Soy mamá. Mi niña, mi princesa…- Mamá apenas puede hablar y sus lágrimas empiezan a caer sobre mi cabeza.

- ¡No llores Mami! ¡Ya estamos juntas de nuevo! – Intentaba transmitirle con mi mirada.- Papi ha estado cuidando de mi mientras tú no estabas.

¡Ay! Sin duda, creo que este será uno de los mejores momentos de mi vida. Por fin estamos juntas de nuevo. Madre e hija. Dos amigas. Dos confidentes.

Papi se acerca a nosotras y los tres nos fundimos en un gran abrazo. 9 meses y aquí estamos por fin. Juntos. ¡Juntos para siempre!

¿Y sabéis que viene después de conocer por fin a Mami, no? ¿Descansar y dormir? ¡Pues no, todavía no! Era hora de conocer a toda la familia. Pasar de mano en mano y recibir sus besos y caricias.

Allí estaban todos, al pie de la cama. Esperando su turno para poder achucharme. Juan y Mª Jesús, los abuelis, llorando como magdalenas. Carmen y Fernando, los abuelos, ansiosos por estrecharme entre sus brazos. Los tíos Raquel y Dani, cámara en mano capturando estos primeros momentos. Y los tíos Irene y Jorge, llorando y felicitando a Papá y Mamá.

Cada ratito que paso con ellos me doy cuenta de lo afortunada que soy. Afortunada por tener una familia tan grande. Afortunada por estar acompañada desde el primer día de mi nueva vida. Afortunada por sentirme tan querida por todos y cada uno de ellos. Afortunada, porque a pesar de mis problemas, estoy aquí.


A partir de hoy, 25 de febrero de 2015, me toca aprender muchísimas cosas y conocer a un montón de gente. Toca superar los problemas que tengo y aquellos que queden por venir. Pero siempre, siempre, siempre, con una sonrisa en los labios.